domingo, 11 de agosto de 2013

Historia de una pizarra: Olor a tiza en la clase

Tiza y pizarrón
 
En nuestra infancia, más de una vez “Fulanito a la pizarra” se constituía en el lugar del castigo o del premio. Nos conducía al pizarra la voz alta de la maestra que remarcaba nuestra falta, nuestro olvido o la dificultad. Debíamos escribir en él aquello que era evidente que no sabíamos. En algunas oportunidades la maestra a continuación ofrecía ese lugar a otro alumno para que acudiese en nuestra ayuda y la humillación se agigantaba al reconocernos en la ignorancia. En otras clases y con otros maestros, se usaba estrictamente el pizarrón para alentar y se constituía en un lugar privilegiado al que se accedía sólo para dar cuenta de la ejemplaridad. El espacio del pizarrón se transformaba, entonces, según el uso que le daba cada docente, en un nuevo lugar para el estigma o su contrario, el fortalecimiento de la autoestima.
El olor de la tiza y el pizarrón es el olor de la clase. Es el reflejo de la enseñanza, transparenta los actos del maestro. Preocupados por la comprensión su uso nos orientará para favorecerla; centrados en el disciplinamiento, el pizarrón será para los estudiantes el lugar de la vergüenza y el oprobio o, el lugar en el que reconocerán los logros alcanzados.

Buscaremos también dar cuenta de las diferencias y las similitudes que guarda el uso del pizarrón en los distintos niveles del sistema educativo. En todos los casos, el recuerdo de su aroma nos acompaña en las acciones que desplegaron nuestros maestros. Para bien o para mal, el pizarrón fue también insustituible en las prácticas de antaño.

Los diferentes usos del pizarrón en el aula
Para la imitación
Albert Einstein, Premio Nobel de Física en 1921
 
En los primeros años de escolaridad, las maneras más simples de utilización fueron las que se implementaron para mostrar la forma de una letra, un número o la fecha para que los alumnos la copien, la que instala el nombre de un río, país o figura clave de la historia para que los alumnos reproduzcan la correcta grafía. Esta manera de utilizar el pizarrón persigue la imitación y se constituye en un primer paso en la enseñanza. Luego, los docentes podrán revisar si los alumnos reprodujeron el modelo o si necesitan más ayuda para hacerlo. Se podrá incluir la ayuda de los alumnos entre sí como una práctica cooperativa hasta dar lugar a las prácticas individuales. En síntesis, este es un recorrido iniciado por el docente dando cuenta de una demostración para la cual utiliza el pizarrón como soporte.
 
Como ayuda al docente en sus explicaciones
Una manera de utilización diferente del pizarrón es la que implementa el docente cuando acompaña la explicación escribiendo frases, palabras, haciendo dibujos. En algunas oportunidades se trata de un apoyo personal a su explicación, como si estuviera haciendo dibujos o escribiendo notas en un papel, al explicar a otro en una situación reducida. En el contexto grupal el pizarrón le permite ampliar ese espacio explicativo. Sin embargo, no siempre esas notas, rayas o dibujos tienen un claro efecto en la comprensión de los estudiantes. Sí lo tienen como un soporte posibilitador de la explicación docente.
 
En los diferentes momentos de la clase
Para David Ausubel un momento esencial del aprender consiste en instalar el tema de la clase. Decir cuál es el tema nos permite disponer de los conocimientos que tenemos previos a esa clase, para que lo nuevo por aprender se integre a lo conocido y se posibilite un puente para la comprensión futura, instalándose sin lugar a dudas el o los conceptos que serán el centro de la clase. La escritura del tema inaugurando el pizarrón del día o de la hora de clase coloca a todos los estudiantes frente al desafío de la jornada. Por otra parte, es probable que muchos equívocos se disipen cuando el docente deja instalado el tema. Desde la perspectiva de la cognición se denomina “organizador avanzado” a este proceso de delimitar de manera inicial el tema o concepto que será el núcleo del trabajo. La escritura en el pizarrón ofrece un marco para que las cogniciones puedan avanzar teniendo en cuenta el tema que será la plataforma en la que tendrá sentido la explicación futura.
A medida que se desarrollan las explicaciones, los conceptos centrales pueden ir acuñándose en el pizarrón. Quedarán inscriptos así palabras que representan las ideas centrales, las dimensiones de análisis, los conceptos que queremos destacar. Un pizarrón que se utiliza de esta manera es un pizarrón que contiene en su parte superior el tema que se expone y en lo que resta de su superficie los conceptos que pueden ser los centrales en una exposición. Estos conceptos, además pueden dar cuenta, en el pizarrón, de sus relaciones mediante líneas que los reúnen. Rodear o subrayar, en algunas circunstancias, a esos conceptos, puede mostrar su centralidad o importancia.
En el transcurrir de la explicación se puede tachar un concepto sin borrarlo para mostrar que se cuestiona su importancia o su centralidad. Se trata de favorecer la comprensión con esta estrategia que ayuda a entender con mayor fuerza la explicación.
Así como la correcta grafía es una preocupación de los primeros años del sistema educativo, la correcta escritura de los nombres que mencionamos al explicar diferentes temas requiere similar cuidado en cualquiera de los niveles de la enseñanza. En una clase en la que exponemos marcos conceptuales diversos podemos citar varios autores que nos sirven de fuente interpretativa o de validación de las ideas desarrolladas y de este modo quedan inscriptos en el pizarrón. Podemos dedicar un espacio del mismo para ello y este espacio puede acompañarnos a lo largo de la clase.
Al finalizar, en algunos casos, una extensa explicación o la descripción e interpretación de un cuadro, una frase u otro concepto puede cuestionar toda la actividad anterior. El dibujo de líneas que cruzan toda la explicación simbolizan ese cuestionamiento y analogan con el proceso cognitivo que deberá hacer el estudiante. Podríamos hacer hincapié en esta posibilidad que nos brinda el pizarrón. Se trata de diseñar las ayudas a la comprensión mediante la relación de los procesos cognitivos tal como una comparación, una generalización, síntesis, ejemplificación, etc. con dibujos o líneas. Por ejemplo, un simple redondel que se dibuja cuando se explica algo puede ayudar a entender que se trata de una síntesis, una línea que se traza uniendo dos puntos puede mostrar que se están comparando esos elementos. Se trata de la utilización de formas no figurativas que favorecen la comprensión al ayudar a entender la explicación en relación con el campo conceptual, la importancia del tema o el lugar que tienen en la disciplina.
En síntesis, escribir los conceptos, relacionarlos mediante líneas, rodearlos o tacharlos otorga fuerza a los mismos conceptos, a las relaciones entre ellos y al reconocimiento de su importancia o su cuestionamiento. En los casos en que las líneas los vinculan o los agrupan se constituyen ayudas para los procesos de integración. El tema de la clase, la escritura de los autores que citamos y los conceptos claves, relacionados mediante líneas puede mostrar un pizarrón activo que se transforma en una poderosa herramienta para ayudar a la comprensión de los estudiantes.
 
Planeado o espontáneo
Así como planeamos las clases también podemos planear la utilización del pizarrón. El pizarrón puede ir construyéndose a lo largo de la clase. En esos casos, la mirada que podemos orientar para recorrerlo al final, puede permitirnos revisar junto con los estudiantes los conceptos o el sentido de la clase. Ese pizarrón prácticamente no se borró durante toda la explicación o exposición. Puede favorecer la evaluación de la comprensión o el análisis del cumplimiento de los propósitos de la clase.
En otras oportunidades, el pizarrón permite la escritura de los conceptos que seleccionamos a medida que transcurre la explicación. Se trata de pizarrones espontáneos o no planeados y en los que borrar lo escrito es clave para permitir orientar la atención en la siguiente explicación. Pensar lo que queremos que quede escrito y lo que queremos renovar, se constituye en una estrategia más de la enseñanza. Los pizarrones reflejan también nuestras mejores estrategias, las más potentes, las más enriquecidas como parte de nuestra obstinación para que todos los estudiantes nos comprendan.
Edith Litwin

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