Tiza y pizarrón
En
nuestra infancia, más de una vez “Fulanito a la pizarra” se constituía en
el lugar del castigo o del premio. Nos conducía al pizarra la voz alta
de la maestra que remarcaba nuestra falta, nuestro olvido o la
dificultad. Debíamos escribir en él aquello que era evidente que no
sabíamos. En algunas oportunidades la maestra a continuación ofrecía ese
lugar a otro alumno para que acudiese en nuestra ayuda y la humillación
se agigantaba al reconocernos en la ignorancia. En otras clases y con
otros maestros, se usaba estrictamente el pizarrón para alentar y se
constituía en un lugar privilegiado al que se accedía sólo para dar
cuenta de la ejemplaridad. El espacio del pizarrón se transformaba,
entonces, según el uso que le daba cada docente, en un nuevo lugar para
el estigma o su contrario, el fortalecimiento de la autoestima.
Los diferentes usos del pizarrón en el aula
Una
manera de utilización diferente del pizarrón es la que implementa el
docente cuando acompaña la explicación escribiendo frases, palabras,
haciendo dibujos. En algunas oportunidades se trata de un apoyo personal
a su explicación, como si estuviera haciendo dibujos o escribiendo
notas en un papel, al explicar a otro en una situación reducida. En el
contexto grupal el pizarrón le permite ampliar ese espacio explicativo.
Sin embargo, no siempre esas notas, rayas o dibujos tienen un claro
efecto en la comprensión de los estudiantes. Sí lo tienen como un
soporte posibilitador de la explicación docente.
Para
David Ausubel un momento esencial del aprender consiste en instalar el
tema de la clase. Decir cuál es el tema nos permite disponer de los
conocimientos que tenemos previos a esa clase, para que lo nuevo por
aprender se integre a lo conocido y se posibilite un puente para la
comprensión futura, instalándose sin lugar a dudas el o los conceptos
que serán el centro de la clase. La escritura del tema inaugurando el
pizarrón del día o de la hora de clase coloca a todos los estudiantes
frente al desafío de la jornada. Por otra parte, es probable que muchos
equívocos se disipen cuando el docente deja instalado el tema. Desde la
perspectiva de la cognición se denomina “organizador avanzado” a este
proceso de delimitar de manera inicial el tema o concepto que será el
núcleo del trabajo. La escritura en el pizarrón ofrece un marco para que
las cogniciones puedan avanzar teniendo en cuenta el tema que será la
plataforma en la que tendrá sentido la explicación futura.
En
el transcurrir de la explicación se puede tachar un concepto sin
borrarlo para mostrar que se cuestiona su importancia o su centralidad.
Se trata de favorecer la comprensión con esta estrategia que ayuda a
entender con mayor fuerza la explicación.
Así
como planeamos las clases también podemos planear la utilización del
pizarrón. El pizarrón puede ir construyéndose a lo largo de la clase. En
esos casos, la mirada que podemos orientar para recorrerlo al final,
puede permitirnos revisar junto con los estudiantes los conceptos o el
sentido de la clase. Ese pizarrón prácticamente no se borró durante toda
la explicación o exposición. Puede favorecer la evaluación de la
comprensión o el análisis del cumplimiento de los propósitos de la
clase.
El
olor de la tiza y el pizarrón es el olor de la clase. Es el reflejo de
la enseñanza, transparenta los actos del maestro. Preocupados por la
comprensión su uso nos orientará para favorecerla; centrados en el
disciplinamiento, el pizarrón será para los estudiantes el lugar de la
vergüenza y el oprobio o, el lugar en el que reconocerán los logros
alcanzados.
Buscaremos también dar cuenta de las diferencias y las similitudes que guarda el uso del pizarrón en los distintos niveles del sistema educativo. En todos los casos, el recuerdo de su aroma nos acompaña en las acciones que desplegaron nuestros maestros. Para bien o para mal, el pizarrón fue también insustituible en las prácticas de antaño.
Buscaremos también dar cuenta de las diferencias y las similitudes que guarda el uso del pizarrón en los distintos niveles del sistema educativo. En todos los casos, el recuerdo de su aroma nos acompaña en las acciones que desplegaron nuestros maestros. Para bien o para mal, el pizarrón fue también insustituible en las prácticas de antaño.
Los diferentes usos del pizarrón en el aula
Para la imitación
Albert Einstein, Premio Nobel de Física en 1921 |
En
los primeros años de escolaridad, las maneras más simples de
utilización fueron las que se implementaron para mostrar la forma de una
letra, un número o la fecha para que los alumnos la copien, la que
instala el nombre de un río, país o figura clave de la historia para que
los alumnos reproduzcan la correcta grafía. Esta manera de utilizar el
pizarrón persigue la imitación y se constituye en un primer paso en la
enseñanza. Luego, los docentes podrán revisar si los alumnos
reprodujeron el modelo o si necesitan más ayuda para hacerlo. Se podrá
incluir la ayuda de los alumnos entre sí como una práctica cooperativa
hasta dar lugar a las prácticas individuales. En síntesis, este es un
recorrido iniciado por el docente dando cuenta de una demostración para
la cual utiliza el pizarrón como soporte.
Como ayuda al docente en sus explicaciones
En los diferentes momentos de la clase
A
medida que se desarrollan las explicaciones, los conceptos centrales
pueden ir acuñándose en el pizarrón. Quedarán inscriptos así palabras
que representan las ideas centrales, las dimensiones de análisis, los
conceptos que queremos destacar. Un pizarrón que se utiliza de esta
manera es un pizarrón que contiene en su parte superior el tema que se
expone y en lo que resta de su superficie los conceptos que pueden ser
los centrales en una exposición. Estos conceptos, además pueden dar
cuenta, en el pizarrón, de sus relaciones mediante líneas que los
reúnen. Rodear o subrayar, en algunas circunstancias, a esos conceptos,
puede mostrar su centralidad o importancia.
Así
como la correcta grafía es una preocupación de los primeros años del
sistema educativo, la correcta escritura de los nombres que mencionamos
al explicar diferentes temas requiere similar cuidado en cualquiera de
los niveles de la enseñanza. En una clase en la que exponemos marcos
conceptuales diversos podemos citar varios autores que nos sirven de
fuente interpretativa o de validación de las ideas desarrolladas y de
este modo quedan inscriptos en el pizarrón. Podemos dedicar un espacio
del mismo para ello y este espacio puede acompañarnos a lo largo de la
clase.
Al finalizar, en algunos casos, una
extensa explicación o la descripción e interpretación de un cuadro, una
frase u otro concepto puede cuestionar toda la actividad anterior. El
dibujo de líneas que cruzan toda la explicación simbolizan ese
cuestionamiento y analogan con el proceso cognitivo que deberá hacer el
estudiante. Podríamos hacer hincapié en esta posibilidad que nos brinda
el pizarrón. Se trata de diseñar las ayudas a la comprensión mediante la
relación de los procesos cognitivos tal como una comparación, una
generalización, síntesis, ejemplificación, etc. con dibujos o líneas.
Por ejemplo, un simple redondel que se dibuja cuando se explica algo
puede ayudar a entender que se trata de una síntesis, una línea que se
traza uniendo dos puntos puede mostrar que se están comparando esos
elementos. Se trata de la utilización de formas no figurativas que
favorecen la comprensión al ayudar a entender la explicación en relación
con el campo conceptual, la importancia del tema o el lugar que tienen
en la disciplina.
En síntesis, escribir los
conceptos, relacionarlos mediante líneas, rodearlos o tacharlos otorga
fuerza a los mismos conceptos, a las relaciones entre ellos y al
reconocimiento de su importancia o su cuestionamiento. En los casos en
que las líneas los vinculan o los agrupan se constituyen ayudas para los
procesos de integración. El tema de la clase, la escritura de los
autores que citamos y los conceptos claves, relacionados mediante líneas
puede mostrar un pizarrón activo que se transforma en una poderosa
herramienta para ayudar a la comprensión de los estudiantes.
Planeado o espontáneo
En otras oportunidades, el pizarrón
permite la escritura de los conceptos que seleccionamos a medida que
transcurre la explicación. Se trata de pizarrones espontáneos o no
planeados y en los que borrar lo escrito es clave para permitir orientar
la atención en la siguiente explicación. Pensar lo que queremos que
quede escrito y lo que queremos renovar, se constituye en una estrategia
más de la enseñanza. Los pizarrones reflejan también nuestras mejores
estrategias, las más potentes, las más enriquecidas como parte de
nuestra obstinación para que todos los estudiantes nos comprendan.
Edith Litwin
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